AGUAS SANGRIENTAS (Charles Robert Carner) / 2003: Lou Diamond Phillips, Kristy Swanson, Coolio, Jaimz Woolvett, Rob Boltin, Langley Kirkwood, Dennis Haskins, Gideon Emery, Charles Dumas, Clive Scott, Tumisho Masha.

   Película lanzada directamente al mercado doméstico, protagonizada por el otrora prometedor Phillips (La bamba, Luis Valdez, 1987; Arma joven, Christopher Cain, 1988; En honor a la verdad, Edward Zwick, 1996), perdido en la actualidad en todo tipo de subproductos de serie B tirando a Z (y especializándose en películas con bichos con malas pulgas, como Bats, Louis Morneau, 1999, o el filme que nos ocupa).

   En esta ocasión encarna el papel de John Sanders, un experto en prospecciones petrolíferas que abandona su trabajo debido a un desengaño amoroso para comprarse un barco y dedicarse a la pesca fluvial. Una explosión en el río en el que desempeña su labor, producida por la empresa en la que trabaja la chica causante del mencionado desengaño (Swanson, a la que todo fan de género recuerda por su aterrador papel en Amiga mortal, Wes Craven, 1986, pero a la que también vimos en Flores en el ático, Jeffrey Bloom, 1987; Autopista al infierno, Ate De Jong, 1991; o Buffy cazavampiros, Fran Rubel Kuzui, 1992), provoca el reencuentro de ambos (y la consabida y tópica relación sentimental con tiras y aflojas y con final más que predecible), y libera a su vez a un enorme tiburón toro de las profundidades marinas (es decir, que el escualo sale de una grieta que se abre en el fondo del cauce. Vamos, que sale del interior de la tierra) que causará todo tipo de tropelías entre pescadores, bañistas y demás fauna que utiliza el río como lugar de asueto. A todo ello se une un peligrosísimo gangsta nigger (Masha, con continua cara de póker) que envía a su primo (el rapero Coolio -atención al poco llamativo atuendo que lleva en la escena de su presentación-, que cree que interpretar a un tipo peligroso consiste en apuntar de lado con su pistola -cuánto mal hizo la por otro lado excelente Reservoir dogs, Quentin Tarantino, 1992- mientras pone cara de malas pulgas, mueve los brazos como un gorila, y dice cosas supuestamente graciosas) para que recupere una enorme cantidad de dinero que se encuentra en el fondo del río.

   Cierto es que pedir demasiado a un producto de estas características solo demuestra necedad por parte de la persona que lo ve y que debería saber a lo que se enfrenta. Por eso, lo mejor que se puede hacer es intentar sacarle al filme lo poco bueno que tiene (la labor de Swanson o de Phillips no es del todo mala; la explosión del pozo petrolífero está conseguida; los personajes no son totalmente abofeteables -si ignoramos al rapero-), obviando todo lo demás, para que al menos la experiencia sea llevadera.

   Por cierto, el capitán Landry está interpretado por Dennis Haskins, conocido en España por su “mítico” papel de Richard Belding, eterno director del instituto en el que transcurría la acción de la telecomedia Salvados por la campana.

(3,5/3)

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