ALIEN DEAD, THE (Fred Olen Ray) / 1980: Buster Crabbe, Ray Roberts, Linda Lewis, George Kelsey, Mike Bonavia, Dennis Underwood, John Leirier, Rich Vogan, Martin Nicholas, Norman Riggins, Nancy Krantz, Ellena Contello.

   El incorregible Olen Ray, uno de los reyes de la serie Z en cuanto al género de terror se refiere, dirigió su segunda película (la primera fue The brain leeches, 1978 -su título, algo así como “Las sanguijuelas cerebrales”, lo dice todo en cuanto a la forma en que el director se toma su propia obra y a lo que nos podemos esperar de ella-) tomando como referencia la historia corta El color que cayó del cielo, escrita en el año 1927 por Howard Phillips Lovecraft. En ella nos narra los desagradables sucesos que acaecen en un pequeño pueblo después de que un meteorito caiga en un estanque, lo que provoca que todo aquel que se dedica a husmear por los alrededores acabe convertido en un zombi hambriento y ansioso por hincar el diente al individuo/a más cercano/a.

   Nos encontramos ante un subproducto típico de la década de los ochenta, con infinidad de fallos de todo tipo (en ocasiones los muertos vivientes se ríen cuando se acercan a la cámara; estos cambian de ropa o ésta aparece más sucia o más limpia según el plano; un coctel molotov lanzado por uno de los policías estalla como si fuese una granada, en vez de arder; cuando los zombis devoran a una de las desdichadas chicas que se bañan en el lago, vemos que uno de los seres se come su mano derecha, pero en otro plano posterior comprobamos que la misma se halla intacta y en su sitio; casi al final, los protagonistas circulan en coche por una carretera normal y a plena luz del día, cuando de repente ven el vehículo del doctor, apareciendo al lado de éste casi de noche y en un camino de tierra…), con personajes bastante ridículos y lamentables que parecen correr con las rodillas pegadas con chicle y con los zapatos atados entre sí, empeñados en dejarse atrapar una y otra vez por unos revividos más lentos y mucho menos numerosos (cuatro o cinco colegas del director que se cambian la ropa de una escena a otra) que los de las películas de Romero o Fulci.

   El caso es que la película acaba resultando simpática debido a esa acumulación de defectos; a su desprejuicio y desvergüenza absolutos (¿Cuántas chicas dispuestas a ser devoradas van a bañarse ligeras de ropa a esa laguna en mitad de la nada?); al gore inesperado (hay un par de crímenes bastante gráficos y sangrientos); y a los guiños (los nombre de los personajes son los de antiguos colaboradores de Roger Corman; Buster Crabbe, el Flash Gordon de los seriales televisivos, da vida al sheriff Kowalski…).

(4/5)

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