AMITYVILLE 7: EL ROSTRO DEL DIABLO (John Murlowski) / 1993: Ross Partridge, Julia Nickson, Lala Sloatman, David Naughton, Barbara Howard, Jack Orend, Richard Roundtree, Terry O´Quinn, Robert Rusler, Lin Shaye.

 

   Un vagabundo le entrega un espejo a Keyes Terry (Partridge) después de que éste le dé una limosna. El mendigo no es otro que el hombre que asesinó años atrás a sus progenitores y sus tres hermanos en la mansión de Amityville, y que ha regresado para continuar el legado de terror de la vivienda maldita, entregándole un nuevo objeto procedente de la misma a su propio hijo, que resulta ser el propio Terry, quien ha borrado de la mente a su padre y los horribles crímenes que éste cometió años atrás.

 

   La saga de Amityville alcanza su séptimo capítulo con esta entrega, realizada por Murlowsky (uno de esos directores de serie B tirando a Z que ha firmado “joyas” del calibre de Terror informático, 2002, o Black Cadillac, 2003), prosiguiendo la ya habitual tónica del objeto maldito que proviene de la mansión y que extiende la maldad de ésta a aquel que lo posee y a su entorno (algo que ya vimos en Amityville 4: La fuga del demonio, Sandor Stern, 1989, con una lámpara, y en Amityville 1992: Es cuestión de tiempo, Tony Randel, 1992, con un reloj, y que se extendería hasta la octava parte, Amityville 8: La casa de muñecas de Amityville, Steve White, 1996, en la que el objeto en cuestión sería el juguete del título), en esta ocasión un fotógrafo, su compañera de piso, su novia y sus caseros. Nada nuevo bajo el sol, aunque la película alcanza un grado de dignidad desconocido en la saga desde su segunda entrega. Al menos los personajes son interesantes, a lo que ayuda un reparto de rostros que sonarán al aficionado (Naughton -Un hombre lobo americano en Londres. John Landis, 1981- es el propietario de la casa donde vive Terry; Roundtree -el actor que diera vida al detective privado Shaft en varios filmes y en la serie rodados en los setenta- es uno de los amigos del protagonista; O´Quinn -Miedo azul, Daniel Attias, 1985; El padrastro, Joseph Ruben, 1987; Pin, Sandor Stern, 1988; El padrastro 2, Jeff Burr, 1989; o Perdidos- es el agente que investiga los asesinatos; y Shaye -hermana de Robert Shaye, uno de los fundadores de New Line Cinema y actriz en multitud de películas de género- es la enfermera de la institución en la que estaba recluido el asesino. Finalmente Howard fue una de las víctimas de Jason en Viernes 13 parte 4: Último capítulo, Joseph Zito, 1984), y se produce algún momento de cierta tensión (la visita de Keyes al psiquiátrico en el que sufre una visión que le revela que éste asesinó a su madre ante sus propios ojos durante una visita cuando él era un niño).

 

   Algunos fallos de raccord resultan especialmente llamativos, como en la escena en la que el protagonista y su novia llegan al apartamento de aquel, donde vemos unas piernas tras un cuadro que comienzan a caminar y salen de plano; o aquella en la  que Keyes camina por un pasillo del manicomio con una barra de hierro en una mano. En el plano siguiente le pega una patada a un objeto, que recoge del suelo y que resulta ser… la barra de hierro; o al final, cuando el fotógrafo dispara al espejo maldito y lanza la escopeta. A continuación volvemos a verlo con el arma en la mano. Poco más que destacar en un producto superior a las entregas anteriores, pero igualmente mediocre.

 

(4/1)

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