ARE YOU SCARED? (Andy Hurst) / 2006: Alethea Kutscher, Erin Consalvi, Brad Ashten, Carlee Avers, Kariem Marbury, Soren Bowie, Eric Francis, Jennifer Cozza James, Brent Fidler, Rydell Danzie, Madison Dylan.
Seis jóvenes sin ningún vínculo común (salvo dos de ellos, que son hermanos) se despiertan en una enorme nave abandonada, donde son conminados por un extraño que permanece oculto y que vigila todos sus movimientos mediante cámaras a participar en diversos juegos, a cual más letal, que les enfrentarán a sus miedos más ocultos.
Si alguien lee la corta sinopsis anterior, es más que probable que le venga a la memoria la saga Saw, y más concretamente su segunda entrega, Saw 2, Darren Lynn Bousman, 2005. Una vez visto el filme (y aquí la palabra “filme” es un eufemismo) de Andy Hurst, lo único que queda claro es que la desfachatez y la jeta de algunos personajes carece de límites, pues nos encontramos ante un calco (nefasto, faltaría más) del filme mencionado. Basta con un grupo de actores amateurs (todos ellos penosos, aunque Marbury sea el más abofeteable con diferencia), un par de habitaciones vacías, dos planos exteriores de un edificio abandonado tuneados con Photoshop de mala manera, y una videocámara para que el intrépido realizador de turno nos obsequie con un subproducto como el que nos ocupa, plagado de momentos delirantes (cualquiera de las apariciones del mencionado Marbury, que piensa que actuar es hacer aspavientos con los brazos y poner cara de psicópata, aunque la labor de Consalvi no le va a la zaga); fallos de raccord (atención al skater de la camiseta de Brandon -Ashten- cambiando de posición según el plano); personajes odiosos (ese empeño por quedarse solos a cada instante), y giros que dejan a los de cualquier capítulo de la mencionada saga Saw como el paradigma de la coherencia (el final, con el padre psicópata apareciendo vivito y coleando en el apartamento de su mujer y su hija con el mismo traje con el que ardió como una tea pocas horas antes. Jason Vorhees, aprende).
De todas formas, hay que reconocer que el director y guionista intenta darle cierta coherencia a su historia (eso sí, en ningún momento se explica el motivo por el que los otros cinco personajes son involucrados en el juego), aunque el asesino de turno carezca de un ápice del carisma de Jigsaw (y de su inteligencia, dándoles a sus víctimas todas las facilidades para arrancar las cámaras de vigilancia, por no hablar de la ridícula trampa en la que cae al final), en parte porque sus motivaciones no logran la empatía del espectador (se trata de un maltratador que quiere vengarse del intento de asesinato que sufrió a manos de su esposa y su hija, mientras que John Kramer era una víctima del sistema, que intentaba hacer justicia a su peculiar manera con aquellos que le ignoraron cuando necesitaba ayuda, sirviéndose de su -dudosa- moral para, de paso, aleccionar a cuanta oveja descarriada se encuentra a su paso). También resulta destacable el hecho de que en alguno de los juegos se logra cierta tensión y está bien ejecutado (el primero, con Jason intentando encontrar, con la ayuda de un equipo quirúrgico, una llave que se encuentra dentro de su cuerpo y que desactiva una bomba situada en la misma sala; o el segundo, con los dos hermanos sentados frente a frente en un mecanismo con sendos taladros que avanzan en la dirección de cada uno de ellos. El mando que poseen es el del aparato contrario, y al ser detenido, activa el suyo, con el resultado de que siempre funciona uno de los dos).
(3/5)