ASESINOS DEL ESPACIO (Richard W. Haines) / 1989: Robert Prichard, Michael McCleery, Charity Staley, Gina Mastrogiacomo, Angela Nicholas, Kirk Fogg, Marty Roberts, Jamie Gillis, William Zacchi, George Ocon.

   Cuatro convictos extraterrestres huyen de un cazarrecompensas en una nave espacial, tras escapar de la prisión en la que se hallaban recluidos en su planeta de origen. Su transporte se estrella en la tierra en la década de los treinta del siglo pasado, y logran poseer los cuerpos de dos parejas de incautos que pasaban por allí. Cobijados en su nave durante cinco décadas, despiertan de su letargo en los ochenta, volviendo a cometer todo tipo de tropelías mientras buscan combustible para su nave.

   Uno de los mayores desvaríos del género de las últimas décadas, que puede resultar incluso gracioso de puro disparatado y psicotrónico. El tromático Haynes (dirigió para la peculiar productora creada por Lloyd Kauffman y Michael Herz las películas Splatter university, 1984; y Mutantes en la universidad, 1986) movió la cámara con notable ineptitud, creando un subproducto que casi se podría calificar como de serie Z, con un plantel de actores tan desconocidos como incompetentes; unos FX tan cutres que producen vergüenza ajena; fallos de raccord descomunales (ese cambio súbito de día a noche en el coche de las dos parejas antes de ser poseídas; el protagonista saliendo de la cama de su novia sin pantalones, llevándolos puestos cuando se sienta a la mesa, quitados en el momento en que corre tras su chica, y enfundados de nuevo en el descansillo de la escalera; o esa calle atestada de vehículos en la persecución final que de inmediato aparece completamente desierta); y una retahíla de momentos ridículos y sonrojantes (el tiroteo en la azotea, con los traficantes matándose entre ellos y dejando sus armas a merced de los extraterrestres; el involuntariamente irrisorio y absurdo ataque a la central nuclear, con los extraterrestres masculinos colándose en la planta como Pedro por su casa y asesinando hasta a 33 trabajadores con su munición infinita; el tiroteo final por las calles, con esa pistola que provoca dos heridas con un solo disparo o que mata a dos personas a la vez con otro). Pese a todo, algún momento gore (esa cabeza de una de las visitantes que vuela por los aires; o esa sangrienta reconstrucción corporal de uno de los extraterrestres después de ser embestido por un tren) y algún momento humorístico que resulta más afortunado cuando no es buscado que en los momentos en que es voluntario, redime mínimamente el filme y lo hace visible para reuniones de amigos con ganas de cachondeo.

(3/3)