AT DAWN THEY SLEEP (Brian Paulin) / 2000: Brian Paulin, Rich George, Rob Cupertino, Jen Glendye, Ryan Donaldson, Rich Borges, Tanya Hennesy, Jill Cordeiro, Courtney Fletcher, Lisa Dupuis, Jeff Paulin, Brian DeClercq.

   Dos delincuentes de poca monta y con facilidad para apretar el gatillo (el propio Paulin, en plan Juan Palomo, y George) son convertidos en vampiros por un par de chicas a las que acaban de conocer y con las que mantienen relaciones sexuales. Aprovechándose de su nueva condición, saldarán cuentas con varios de sus enemigos, hasta acabar enfrentándose a muerte entre ellos mismos.

   A veces es difícil escribir algo sobre un subproducto inmundo e infame como éste sin hacer mucha sangre, más aún si la reseña se hace poco después de haber sido mortificado con ochenta minutos de celuloide de desecho que incluyen vómitos de todos los colores, sustancias y densidades por parte de los dos protagonistas, y que son mostrados en primer plano para recrearse con ellos; diablos con cuernos de porexpan que sueltan rollos inextricables para rellenar metraje; tiroteos ridículos y carentes de la más mínima coordinación, con los participantes lanzándose continuamente por los aires para disparar (cuánto mal hizo Tarantino); FX de tercera regional que incluyen penosas transformaciones en vampiro, mordiscos en la yugular y un montón de cabezas recibiendo impactos de bala; ángeles con alas de papel maché que transforman en no muertos al personal (¿?); atronadora banda sonora death metal de principio a fin (de hecho, “At dawn they sleep” es un tema del grupo Slayer); diálogos que pretenden ser trascendentes y que chirrían en exceso en un subproducto de estas características; y un guión del propio Paulin (autor de otros productos amateur que aún no he tenido el placer de ver como Bone sickness, 2004; Fetus, 2008; o Blood pigs, 2010), que aprovecha su labor para que tanto él como su colega se revuelquen con todas las amigas de uno u otro que accedieron a salir desnudas a lo largo del metraje (no se hagan ilusiones ni se froten las manos, pues no hay ni una sola de las jovenzuelas -o no tanto- que resulte mínimamente atractiva) sin pedir muchas explicaciones.

   En definitiva, y para no extenderme mucho más, nauseabundo, infumable y penoso material de derribo al que el nombre de largometraje le viene muy grande.

(0,5/3)