AULLIDOS 2: STIRBA, LA MUJER LOBO (Philippe Mora) / 1985: Christopher Lee, Annie McEnroe, Reb Brown, Marsha A. Hunt, Sybil Danning, Judd Omen, Ferdy Mayne, Patrick Field, Jimmy Nail, Steven Bronowski.
Uno de los mayores delirios psicotrónicos de los ochenta, con un Christopher Lee que se dedica a perseguir hombres lobo a modo de Van Helsing de rastrillo, desplazándose a Transilvania acompañado por Ben White (Brown), el hermano de Karen White, protagonista del original Aullidos, Joe Dante, 1981, a la que diera vida Dee Wallace, y por Jenny Templeton (McEnroe), una periodista metomentodo.
La película es una auténtica sarta de incoherencias (en el vídeo de la muerte de Karen, que aconteciera al final de la primera parte, podemos observar que el plató es distinto al original, y que la actriz ya no es Dee Wallace, estando además la secuencia rodada con una torpeza insultante; los tres protagonistas atropellan a una mujer lobo, ya en Transilvania, y Stefan -Lee-, con gesto trascendente, exclama: “Están aquí. Y no están aquí”, mientras que en la siguiente escena, dentro del coche, un hombre lobo -¿De dónde ha salido y cómo ha entrado?- ataca a Ben y a Jenny); de escenas y momentos ridículos (el ataque a los moteros en la nave abandonada, después de ser seducidos por Mariana -Hunt-, con las primeras –y patéticas- transformaciones de los lobos, que parecen peluches; el otro embate, en el cementerio, en el que disfrutamos de una nueva sarta de transformaciones lamentables –algunas, sacadas directamente de la escena anterior- y de un momento completamente delirante, en el que, tras disparar a un anciano hombre lobo, Ben le lanza una redecilla para pescar arenques que apenas le cubre la espalda; el ridículo ritual de sacrificio que hace rejuvenecer a Stirba, con bailes desopilantes y sortilegios e invocaciones risibles; la grotesca y extensísima escena en la que Mariana practica sexo con Vlad -Omen-, uno de los licántropos, mientras se transforman en lobos, en la que presenciamos el gratuito -aunque loable- desnudo de Stirba –atención a la actuación de los tres actores, de vergüenza ajena-; la llegada de los protagonistas al hotel del pequeño pueblo en los Cárpatos, con los lugareños haciendo chistes sonrojantes mientras el gerente les asigna la habitación 666; la absurda secuencia en la que Ben y Jenny hacen el amor –él ni se baja los pantalones- sin venir a cuento después de que ésta coloque ¿¿Ajos?? en la habitación del hotel; o el montaje paralelo -y para lelos- que nos muestra a Vlad poniéndose a tono en la calle porque “siente” lo que está haciendo la pareja; el espectáculo que monta Vasile, el enano, para llamar la atención de Ben y Jenny y guiarles a una iglesia donde está Stefan, que ha logrado reunir un “temible” ejército de cinco lugareños; la llegada de Ben y Vasile al castillo de Stirba, guardado por un tipo con un enorme yelmo -a lo Hostel, Eli Roth, 2006- que le cubre toda la cara, y al que el segundo le lanza un cuchillo desde una distancia enorme, alcanzándole de pleno; los dos personajes anteriores utilizando unos tapones mágicos para los oídos que los aíslan de los hechizos de Stirba –que aparte de ser una mujer lobo, es una hechicera con vínculos con el diablo, ¡Toma ya!-, y la muerte de Vasile, que los pierde mientras huye, quedando a merced de los conjuros de la bruja, reventándole los ojos en una escena tan chusca como sangrienta –atención a la capa de Stirba, que se pone incandescente mientras lanza rayos por los dedos-; el posterior viaje de Stefan y sus acólitos hacia el castillo, en el que el primero lanza botellas explosivas de agua bendita -¿?- a los hombres lobo y los segundos van siendo mermados inexorablemente, con el inolvidable momento del cura asesinado salvajemente –otro “gran” instante para los FX de maquillaje- por el bastón en forma de murciélago de Stirba, que cobra vida tras ser hechizado; o la ¿batalla? final entre la maga y Stefan, a la postre su hermano, totalmente anticlimática, carente de brío y energía, y que culmina en un abrazo ridículo en el que ambos mueren quemados); de errores descomunales (Stirba, aún anciana, se transforma en la joven -e impresionante- Danning, y vemos un inserto de la luna, en la que ésta es… una pelota de golf; Mariana se sube a un tren en Estados Unidos y llega a… Transilvania -Rumanía-); y de interpretaciones lamentables (llama la atención ver a Christopher Lee en semejante engendro -de hecho, el actor reniega de su papel en el filme-); de efectos especiales físicos y de maquillaje atroces (obra de un primerizo y aún inexperto Steve Johnson); con momentos humorísticos por doquier, algunos voluntarios y otros no tanto (los dos campistas macizos que se suben a la camioneta de los hombres lobo, a los que servirán de… ¿Desayuno? ¿Desahogo sexual? Quién sabe, viendo a los hombres lobo y a Mariana relamerse; Stirba paseando vestida de cuero y con gafas de sol por su castillo, casi a oscuras, recitando incongruencias en latín; Ben, al final, apuntando con una pistola a un campesino mientras le pregunta: “¿Cuál es el camino más corto al aeropuerto?”; o la conclusión, totalmente ridícula, en la que un hombre lobo llama a la puerta de la casa donde viven Ben y Jenny, pidiendo golosinas); con esas cortinillas entre escenas que parecen hechas con un Power Point antediluviano; con esos insertos ilógicos que solo sirven para rellenar metraje mediante cosas que ya hemos visto anteriormente; o con esos increíbles títulos de crédito, en los que vemos al grupo Babel interpretando la canción final, mientras se inserta la escena del desnudo de Danning… hasta dieciocho veces.
Pese a todo lo dicho, caspa totalmente disfrutable con unas cervezas y dos o tres amigos dispuestos a echarse unas risas desde el mismo principio, en el que observamos el título original de la película: The howling II: Stirba, the werewolf bitch, una clara demostración de que Mora no se tomaba en absoluto en serio lo que tenía entre manos.
(1,5/3)
CARÁTULAS Y POSTERS
TRAILER USA 1
COMENTARIOS
Escribir comentario