BABY BLOOD (Alain Robak) / 1990: Emmanuelle Escourrou, Christian Sinniger, Jean-Francois Gallotte, Roselyne Geslot, Francois Frappier, Thierry Le Portier, Rémy Roubakha, Eric Averlant, Alain Robak, Alain Chabat, Jacques Audiard.

 

   Un primitivo organismo, habitante del planeta Tierra desde el principio de los tiempos, logra parasitar y desarrollarse en el interior de un leopardo. Cuando completa otra fase de su crecimiento, se libera del felino y fecunda a Yanka (Escourrou), una mujer que trabaja en el circo al que es vendido el animal. La criatura, mediante la influencia mental que ejerce sobre la joven, obliga a ésta a asesinar a cualquier persona que se cruce en su camino para alimentarse de su sangre y seguir creciendo.

 

   Antes de que el cine de terror francés se hiciese adulto en la primera década del nuevo milenio de la mano de directores como Xabier Gens, Alexandre Aja, Pascal Laugier, Julien Maury, Alexandre Bustillo, David Moreau, Xavier Palud, Fabrice Du Weltz o Yann Gozlan, otros realizadores galos habían allanado el camino pocos años antes. Así, el cine fantástico de esa época contó en sus filas con directores tan reivindicables como Jean Pierre Jeunet y Marc Caro (que dirigirían Delicatessen, 1991; y La ciudad de los niños perdidos, 1995. El primero de ellos, ya en solitario y en Hollywood, rodaría la notable Alien: Resurrección, 1997), Christophe Gans (segmento El ahogado de Necronomicón, 1993; Crying freeman: Los paraísos perdidos, 1995; El pacto de los lobos, 2001; o, también en Estados Unidos, la reivindicable Silent hill, 2006), o Alain Robak, que llevaría a cabo el filme que nos ocupa, el cual supone una mezcolanza en un principio un tanto aburrida de gore y comedia. En su primer tercio de metraje (el que comprende lo que sucede en el circo) la película avanza de manera tediosa sin que parezca poder llegar a ningún lugar. Una voz en off nos explica el origen del organismo y cuáles son sus intenciones. De ahí a su desarrollo en el interior del felino, que es cazado y enviado a un circo en París, y su salida del cuerpo del animal (del todo sangrienta, y que recuerda a la escena de La cosa, John Carpenter, 1982, en la que el extraterrestre se libera del husky que le sirve de huésped) para fecundar a Yanka mediante un enorme apéndice fálico. Poco más sucede en esa primera media hora, salvo la constancia de que la joven es maltratada por su pareja, el domador del circo.

 

   Es en el momento en que la protagonista abandona su hogar y comienza a cometer todo tipo de crímenes cuando el filme alza el vuelo gracias a escenas cada vez más gore y alocadas. El primero en caer será el novio maltratador, que acude a buscar a la furibunda embarazada al apartamento en el que se aloja, siendo apuñalado. Cuando la voz de la criatura que crece en su seno le pide que degüelle el cadáver para alimentarse, la joven recoge el cuchillo y el hombre se levanta, aún vivo. Yanka, asustada, le clava el arma una y mil veces mientras la sangre salpica las paredes. El siguiente crimen tendrá lugar en la calle, donde la joven seduce a un transeúnte al que clava una navaja en el cuello cuando se abrazan, besando la boca ensangrentada de la víctima agonizante cuando un grupo de gente sale de un cine cercano. El próximo en caer bajo la furia homicida de Yanka será Richard (Gallotte), con el que hace el amor después de una cita (a la salida del restaurante en el que cenan veremos un cartel de una supuesta Baby blood 2) y al que apuñala con saña enfermiza en su casa, en un plano subjetivo que realza el festín gore. Luego le llegará el turno a un apostador al que recoge en su taxi, atropellando antes a un deportista que corre por la calle. La mujer detiene su coche y se sitúa ante el hombre que yace en el suelo, iluminándolo con los faros del vehículo. Éste alza el brazo en señal de agradecimiento, pero Yanka aferra el volante y arranca, aplastando a su víctima. Luego se apea y machaca el cadáver a golpes con una porra metálica, propinándole una patada final que le arranca la cabeza, que rueda por el suelo mientras el pasajero sale a gatas, deteniéndose para contemplar el grotesco espectáculo (la mujer permanece en pie mientras se limpia la sangre que chorrea de su boca con el dorso de la mano), siendo arrollado por un camión. De ahí a la escena onírica del parto en las vías del tren, en la que unas manos adultas salen del costado de Yanka, y al asalto al autobús de donantes (atención al momento en que una mujer la emprende a bolsazos con los enfermeros que intentan convencerla de que done), al que la protagonista entra con una pistola de juguete, desalojándolo y bebiéndose las bolsas de sangre.

 

   El recuento de víctimas continúa en la ambulancia que lleva a la protagonista, que coge la mascarilla de oxígeno y se la pone al enfermero, apretándola firmemente y subiendo la presión. Las venas de cuello y brazos, las piernas y la barriga comienzan a hincharse hasta que el cuerpo explota. La cabeza del conductor es aplastada por una bombona cuando abre la puerta trasera del vehículo. En ese momento se produce el alumbramiento del bebé, en una parte trasera repleta de sangre y vísceras. El último arranque splatter tiene lugar en el autobús del equipo de rugby al que se sube Yanka (¿el conductor no se extraña de su aspecto y de que lleve la cara cubierta de sangre?), en el que está a punto de ser violada por los jugadores. En ese momento la criatura, ya en su forma original, ataca al chofer, produciéndose un accidente que culmina con la explosión del autocar. El final, manteniendo ese tono de humor negro de toda la película, nos ofrece la victoria del ser, que regresa a su medio natural, el mar.

 

(5,5/7)

PELÍCULAS EN LA WEB

Ciencia Ficción:        33

Terror:                  394

Fantasía:                 10

TOTAL:                     437

CARÁTULAS Y

POSTERS:            19880

PODCASTS:

 

Los jinetes del apodcastlipsis.

 

Enlaces a todos los programas del podcast en el que hablamos de cine, literatura, series, videojuegos o música, siempre relacionados con el cine de terror.