BESO DE LA PANTERA, EL (Paul Schrader) / 1982: Nastassja Kinski, Malcolm McDowell, John Heard, Anette O´Toole, Ruby Dee, Ed Begley Jr., Scott Paulin, Frankie Faison, Ron Diamond, Lynn Lowry, John Larroquette.

   La joven Irena (una Kinski deslumbrante, tan bella como letal) regresa a su hogar después de una larga ausencia, donde se reencuentra con su hermano Paul (McDowell, que parece una elección excelente para el papel debido a sus rasgos felinos, lo que también sucede con su partenaire), que se comporta desde el inicio de una forma extraña, ausentándose del hogar durante extensos periodos de tiempo. Una de esas ausencias coincide con el ataque que sufre una prostituta en un hotel, perpetrado por una pantera que finalmente es capturada por los servicios de control de plagas, siendo llevada al zoo, donde poco después acabará con la vida de uno de sus cuidadores. Irena comienza a sentir cierta empatía por el animal, siendo capaz de percibirlo a distancia y descubriendo finalmente que se trata de su hermano, que al igual que ella pertenece a un antiguo linaje formado por individuos capaces de transformarse en panteras.

   El remake de la notable La mujer pantera, Jacques Tourneur, 1942, llego justo cuatro décadas después de la realización de ésta, realizada por Paul Schrader, cuya carrera tanto como director como guionista (apartado en el que logró sus mejores trabajos, escribiendo los libretos de reconocidas películas como Taxi driver, Martin Scorsese, 1976; Fascinación, Brian De Palma, 1976; El expreso de Corea, John Flynn, 1977; Toro salvaje, Martin Scorsese, 1980; o La última tentación de Cristo, ídem, 1988) transcurrió casi en su totalidad alejada del cine de terror, si no tenemos en cuenta su particular (y pésima) versión de la denostada El exorcista: El comienzo, Renny Harlin, 2004, de la que finalmente pudo montar una Versión prohibida que dejó a la obra del director finés, posterior a la suya, como una película más que entretenida, y a la obra original como un fiasco de dimensiones épicas, que por una vez justificaba la decisión del estudio de rodar una nueva interpretación debido al descontento con el filme de Schrader. El caso es que la película que nos ocupa tampoco es nada del otro mundo, y un visionado en la actualidad no hace más que demostrar que el tiempo que ha pasado desde su estreno ha jugado demasiado en su contra, dejando el filme primigenio de Tourneur muy por encima de ésta en casi todos los aspectos, con la lógica excepción de los convincentes y sangrientos FX de los que hace gala la obra analizada. Donde en aquel había sugerencia e insinuación (la ambigüedad reina de principio a fin, y al final es el espectador el que ha de interpretar si las transformaciones son reales o si todo está en la mente de Irena), aquí hay obviedad (en ningún momento se deja lugar a la duda acerca de la existencia de la dualidad hombre-pantera), donde en aquel había imaginación (algo a lo que obligaba la época y las circunstancias), aquí se muestra un erotismo trasnochado (Kinski y O´Toole se pasean desnudas por la pantalla en sendas escenas), donde en aquel había sobriedad (un filme de horror “sencillo”, pero perfectamente ejecutado) aquí subyace cierto tono trascendental (típico, por otra parte, de casi todo el cine de Schrader).

   El caso es que El beso de la pantera (producida por el hoy multimillonario Jerry Bruckheimer y cuyo guión viene firmado por Alan Ormsby, que muestra cierta vinculación con el género al haber dirigido la oscura y desconocida Trastornado: Deranged, 1974, y Popcorn, 1991, además de haber escrito el libreto de un par de películas de Bob Clark: La noche de los muertos vivientes 2, 1973; y Crimen en la noche, 1974) no es un mal filme. De hecho, tiene una buena colección de momentos que merecen la pena ser destacados, como el primer encuentro entre Irena y Paul, en el que se observa cierto atisbo de atracción, sobre todo a través de la mirada del hombre; el ataque en la habitación del hotel a la prostituta, que logra huir arrastrándose por las escaleras después de que su pie sea destrozado por la pantera que se esconde bajo la cama; la captura del animal en el lugar de los hechos por los miembros del equipo de detección de plagas, momento que además sirve para presentar a Oliver (Heard) y a Alice (O´Toole); el impactante y brutal ataque que sufre Joe (Begley Jr.), uno de los cuidadores, cuando introduce su brazo en la jaula y es atrapado por la pantera, siendo arrancada la extremidad desde el hombro y provocando la muerte del joven, que fallece desangrado en medio de un enorme charco de sangre, en una escena que recuerda a otra similar vista en Deep blue sea, Renny Harlin, 1999, en la que la víctima era Stellan Skarsgard (curiosamente, protagonista de las dos versiones ya mencionadas de El exorcista: El comienzo, que, recordemos, tenían por directores al propio Schrader y a… Renny Harlin); el hallazgo del sótano de la casa de Paul, en el que la policía encuentra celdas, cadenas y multitud de restos pertenecientes a las víctimas que aquel ha ido almacenando a lo largo de los años; la perturbadora escena en la que Paul entra al baño de su habitación, completamente desnudo y envuelto en una capa gelatinosa, volviendo al cuarto para descubrir a una nueva víctima masacrada en la cama: la joven a la que conoció el día anterior en el cementerio; el ataque que sufre Oliver en su propia casa, siendo salvado in extremis por Alice, que dispara a un Paul convertido en pantera y cuyo cuerpo sale despedido por la ventana. Irena, bajo la lluvia, observa el cadáver mientras grita desesperada; la persecución que sufre Alice mientras hace footing en un parque que parece poblado y que acaba convirtiéndose en un lugar solitario y lóbrego, pese a que la (meritoria) escena transcurre a plena luz, con un acechador al que no vemos en ningún momento. La joven consigue llegar a una piscina pública en la que la encargada le deja darse un chapuzón antes de cerrar. La luz se va y comienzan a oírse leves gruñidos que aterrorizan a Alice, momento en el que Irena aparece por la puerta causando el pánico de la chica, que la acusa de intentar asesinarla ante la gerente, que asiste estupefacta al enfrentamiento; o el final, que muestra el lado oscuro y egoísta de un Oliver que mantiene una relación con su colega de trabajo, pero que a la vez mantiene encerrada a Irena en una jaula de su zoo, haciendo que sea suya para siempre y privándola de la libertad que le rogara poco antes.

    También se pueden mencionar como aciertos el hecho de situar la acción en Nueva Orleans, un lugar de la geografía estadounidense muy proclive al folclore y a las leyendas de todo tipo, y que se muestra como el lugar perfecto en el que desarrollar la historia, aunque luego ese aspecto no sea aprovechado en absoluto; o que el tema principal (“Cat people: Puttting out fire”) de la banda sonora venga firmado por el siempre excelente David Bowie. De todas formas, la frialdad habitual de Schrader no casa demasiado bien con el tono de la película, ofreciendo unos personajes con los que es difícil congeniar y un aspecto general desangelado que sí es acorde con sus habituales dramas, pero no con lo que se espera de una película de terror. A ello hay que sumar que algunos momentos se han visto afectados sobremanera por el paso del tiempo, resultando hoy casi ridículos, como el prólogo que se sitúa en algún país africano (los cromas son lamentables y parecen hechos para una obra de teatro local) y que muestra cómo se establece el vínculo entre la tribu y las panteras, o la escena onírica, que parece sacada de un videoclip de los ochenta, en la que Paul lleva a Irena a ese mismo lugar. Otros momentos, como la autopsia de un Paul convertido en bestia, a priori dignos de mención (resulta escalofriante ese bisturí sajando el estómago del animal, que se abre mostrando un brazo humano), acaban siendo resueltos de manera mediocre y escasamente eficaz (ese gas que sale del cuerpo del animal y que casi acaba con Oliver), y se suman a la lista de debes que hacen del filme un producto nada memorable.

(5,5/4)