C.H.U.D. (Douglas Cheek) / 1984: John Heard, Daniel Stern, Christopher Curry, Kim Greist, George Martin, Brenda Currin, Justin Hall, Michael O´Hare, Cordis Heard, Vic Polizos, Eddie Jones, Sam McMurray, Frank Adu, J. C. Quinn.

   Una unidad del gobierno de los Estados Unidos almacena residuos radiactivos en los túneles del alcantarillado de Manhattan, provocando mutaciones en los vagabundos que habitan en el subsuelo y convirtiéndolos en seres hambrientos de carne humana (de hecho, las siglas del titulo se corresponden con “Cannibalistic Humanoid Underground Dweller”, o lo que es lo mismo, “Humanoide Caníbal Morador del Subsuelo”). Bosch, un policia (Curry, un interesante actor, visto en roles muy secundarios en FX: Efectos mortales, Robert Mandel, 1986; Starship troopers, Paul Verhoeven, 1987 -donde interpretaba al padre de Casper Van Dien-; o El dragon rojo, Brett Ratner, 2002) cuya esposa ha desaparecido victima de las criaturas; un periodista de nombre Cooper (Heard, otro interesante actor de reparto, con papeles en Demasiado asustada para gritar, Tony Lo Bianco, 1985; Solo en casa, Chris Columbus, 1990, y su secuela: Solo en casa 2: Perdido en Nueva York, idem, 1992 -en el rol del progenitor de Macaulay Culkin-; y Ojos de serpiente, Brian De Palma, 1998); y A. J. (interpretado por Stern, conocido principalmente por ser uno de los secuestradores de Culkin en las citadas Solo en casa y su secuela, pero al que también hemos visto en Frankenweenie, Tim Burton, 1984; Leviatán: El demonio del abismo, George Pan Cosmatos, 1989; u Otis, Tony Krantz, 2008), el encargado del albergue subterráneo donde comen y duermen los indigentes, serán los encargados de investigar las desapariciones.

   A pesar de que la historia sea un tanto extravagante y que las criaturas, obra de John Caglione Jr. (Amityville 3-D: El pozo del infierno, Richard Fleischer, 1983; El terror no tiene forma, Chuck Russell, 1988), resulten risibles en vez de amenazadoras, la película se deja ver gracias a las solventes actuaciones de sus actores, tanto principales como secundarios (Greist como la pareja -en apuros- de Cooper; Quinn –uno de los tripulantes de The abyss, James Cameron, 1989- en el rol de un periodista metomentodo, o Wilson como el malo malísimo de la película, cumplen de forma eficiente en sus papeles), y al modo en que los personajes están descritos, haciendo que sintamos lo que les sucede (la “muerte” de Bosch al final de la película es un claro ejemplo). Si además sumamos una acertada ambientación y la habilidad de Cheek (en la que, a la postre, seria su único largometraje) a la hora de crear ciertas atmósferas de intriga y terror (todas las escenas que envuelven a Cooper y A. J. atrapados en los túneles mientras son asediados por las criaturas), tenemos como resultado un filme ciertamente entretenido que fue nominado al Gran Premio del Jurado en el Festival de Avoriaz y que gano en la categoría de mejor película en el Festival Internacional de Bruselas de Cine Fantástico, en el año 1985.

(6,5/3)

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