CAMPAMENTO SANGRIENTO 2 (Michael A. Simpson) / 1988: Pamela Springsteen, Renée Estevez, Tony Higgins, Valerie Hartman, Brian Patrick Clarke, Walter Gotell, Susan Marie Snyder, Terry Hobbs, Kendall Bean.

   La secuela de Campamento sangriento, Robert Hiltzik, 1983, retoma el personaje de Angela Baker, aunque esta vez esté interpretada por Pamela Springsteen (sí, no se trata de una casualidad, pues nos encontramos ante la hermana del genial Bruce Springsteen. Curiosamente, la protagonista del filme, Molly -Renée Estevez- también pertenece a otra familia ilustre, siendo hija de Martin Sheen y hermana de Emilio Estevez y Charles Sheen), que sustituye a la Felissa Rose original. La acción avanza unos años para mostrarnos el (sangriento) regreso de la joven después de pasar una temporada encerrada en un psiquiátrico y someterse a una operación de cambio de sexo, mostrándose esta vez dispuesta a sembrar la muerte en un campamento cercano al de sus primeras correrías, en el que ha conseguido trabajo como monitora.

Nada nuevo bajo el sol, pues nos encontramos ante un psycho killer más de los que plagaron las carteleras de los cines en la década de los ochenta, perdiendo incluso la gracia y el grado de incorrección política de la que hizo gala el filme original, y sumiéndose así en la mediocridad absoluta, destacando solo algunos detalles mínimos concernientes a referencias diseminadas a lo largo del metraje, como ese disco de Flotsam y Jetsam que aparece entre los cadáveres carbonizados de las dos hermanas que son asesinadas después de ser sorprendidas fumando marihuana; la aparición de la máscara de Jason Vorhees, el asesino de la saga Viernes 13, y los guantes de Freddy Krueger, protagonista de otra serie mítica, en esta ocasión la de Pesadilla en Elm Street, que son utilizados por dos de las víctimas para gastar una broma a Angela momentos antes de ser eliminados (los objetos mencionados también aparecen en una de las carátulas de la película); o la aparición en la banda sonora de varios grupos de rock duro, como Anvril, Obsession y Dead milkmen.

   Por lo demás, asesinatos carentes de cualquier tipo de tensión, sucediendo la mayoría de ellos fuera de plano (se salva el primero, en el que Angela corta la lengua a su víctima; el hallazgo por parte de una de las monitoras de los dos niños eliminados y atados a la ventana, como si estuviesen espiando; y el descubrimiento al final, por grotesco -ojo a ese cadáver que pestañea visiblemente-, de la cabaña donde la asesina acumula a sus víctimas en avanzado estado de descomposición), y situaciones y diálogos sonrojantes y ridículos para un filme que casi no tolera ni un primer visionado.

(3/3)

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