CREEPSHOW 2 (Michael Gornick) / 1987: Domenick John, Tom Savini (Prólogo); George Kennedy, Dorothy Lamour, Frank Salsedo, Holt McCallany, David Holbrook, Don Harvey, Dan Kamin (El viejo jefe cabeza de madera); Paul Satterfield, Jeremy Green, Daniel Beer, Page Hannah (La balsa); Lois Chiles, Tom Wright, Stephen King (El autoestopista); Joe Silver (voz de The creep).

   Superior secuela del Creepshow, 1982, de George A. Romero, en la que esta vez se incluyen tres historias en vez de cinco, presentadas por un Guardián de la cripta de carne y hueso, encarnado por un Tom Savini irreconocible bajo toneladas de maquillaje:

   En la primera (El viejo jefe cabeza de madera – 6,5), se narra la venganza de un tótem indio sobre los asesinos de la pareja de ancianos que regenta la tienda, ubicada en un pueblecito solitario del oeste americano, de la que guarda su entrada. Los míticos Kennedy (Canción de cuna para un cadáver, Robert Aldrich, 1964; El estrangulador de Boston, Richard Fleischer, 1968; Muerte en el Nilo, John Guillermin, 1978) y Lamour (en su última película antes de su fallecimiento en 1996) conforman el cordial matrimonio que caerá víctima de los atracadores, y Kamin da vida al ídolo de madera que cobrará vida (atención a la fantástica labor de maquillaje de Ed French en la escena de la resurrección de éste) y venganza sobre los asesinos. Muy entretenida y sangrienta. Cabe señalar, a modo de anécdota, que David Halbrook, que interpreta a Fatso, uno de los ladrones, es el hijo de Hal Holbrook, protagonista del segmento La caja del primer Creepshow.

   La segunda historia (La balsa – 6,5) está basada en un relato de Stephen King. En ella se relatan las penurias que sufren dos parejas que pasan un día en una balsa que se encuentra en un aislado lago. Allí se toparán con una mancha de aspecto vegetal que se desliza por la superficie del agua y que resultará ser carnívora, tomando por alimento al desdichado grupo. Este segundo segmento resulta ser el mejor, debido a la tensión motivada por la crueldad de los asesinatos (tanto el de la chica que acerca su mano a la mancha y que es absorbida por ella ante la sorpresa y el terror de sus amigos; como el del joven que es atrapado a través de los tablones de la balsa y arrastrado a través de un pequeño agujero que se abre entre ellos; o el último, que se produce mientras la víctima duerme, son inesperados y feroces) y a la incertidumbre de no saber quién será el siguiente. Además hay que añadir ese final sorpresa (el único superviviente llega a la orilla, pero es atrapado cuando ya celebra su victoria) y la lograda sensación de aislamiento, acrecentado con ese plano repetido del coche que se encuentra en tierra, con la música puesta y que representa la seguridad de un lugar cercano, pero inalcanzable. Reseñar, a modo de curiosidad, que Laverne (Green), una de las chicas, lleva una camiseta de la Universidad de Horlicks, la misma del segmento La caja, del título precedente.

   Finalmente, la última historia (El autoestopista – 4), es la más floja de todas sin duda, girando en torno a una mujer que atropella a un hombre y que se da a la fuga, siendo perseguida por el fantasma de éste, que será atropellado, aplastado y eliminado una y otra vez, volviendo obstinadamente, y cada vez con un aspecto más desagradable, en busca de su asesina. Repetitiva, absurda y aburrida, quizá podría estar a la altura del resto si hubiese durado quince minutos, pero su media hora de metraje es un auténtico lastre. Podemos ver a Stephen King haciendo un cameo como el camionero que se detiene a asistir al hombre tras el atropello.

(6/6)

CARÁTULAS Y POSTERS

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