CULPA, LA (Narciso Ibáñez Serrador) / 2006: Nieves de Medina, Montse Mostaza, Alejandra Lorenzo, Mariana Cordero, Asunción Díaz, Lourdes Bartolomé, Rocío Calvo, Elena de Frutos, Paloma Ruíz de Alda.

   Ibáñez Serrador volvía a ponerse tras las cámaras para dirigir una nueva película después de casi veinticinco años. Su anterior incursión fue en el año 1982, dirigiendo cuatro capítulos de la ya mítica Historias para no dormir (Freddy; El caso del señor Valdemar; El fin empezó ayer; y El trapero), aunque antes había realizado dos filmes que aún permanecen en la mente del aficionado: La estimable La residencia, 1969, un filme de suspense con cierto aire de giallo y con un giro final bastante impactante, y la sobresaliente ¿Quién puede matar a un niño?, 1982, que anticipó los horrores provenientes de niños con tendencias homicidas que posteriormente cobrarían fama con Stephen King y su relato “Los chicos del maíz”, adaptado a la pantalla en repetidas ocasiones, conformando una saga bastante mediocre. Es una lástima que su regreso a la dirección tenga lugar con un filme en un principio interesante, pero finalmente fallido como es La culpa, que, además, resulta ser el más flojo, hasta la fecha, de la serie Películas para no dormir, moderna extensión de la citada Historias para no dormir, y de la que hasta ahora hemos visto las muy recomendables La habitación del niño, Alex de la Iglesia, 2006, y Para entrar a vivir, Jaume Balagueró, 2006.

   En esta ocasión tenemos a Gloria (Mostaza, realizando una notable interpretación), que se traslada junto a Vicky (Lorenzo, lo mejor del filme), su pequeña hija, a casa de Ana (Medina, también destacable), una ginecóloga que, en sus ratos libres, realiza consultas privadas en su hogar. El problema surge cuando ésta última le pide a la primera, por la que además se siente atraída, que le ayude en las operaciones de aborto clandestinas que realiza a algunas pacientes embarazadas. Gloria accede, y cuando se queda en cinta y el padre se desentiende del futuro bebé, es convencida por Ana para que aborte. Pese a que se niega, acaba cediendo, momento a partir del cual se empiezan a suceder una serie de extraños acontecimientos en la morada que habitan.

   Pese a que Serrador nos ofrezca momentos de cierta tensión que se desarrollan en determinadas localizaciones de la casa (esa puerta de la escalera, tras la que se oyen inquietantes ruidos; la escalinata de caracol que lleva al oscuro y lóbrego sótano, en el que también se escuchan cosas -allí tiene lugar la escena en la que Gloria obliga a su hija a que le entregue una caja metálica que ésta lleva a todos sitios, y en la que aquella y el espectador acaban pensando que la pequeña porta el feto de su hermano desaparecido. El director consigue una escena con un notable suspense, que se resuelve con la apertura de la caja y el descubrimiento de una foto de una madre con su bebé. Tramposa pero efectiva-), dejando patente que aún sabe manejar una cámara, la historia deja demasiados agujeros que terminan dando la sensación de que el director no confía demasiado en la inteligencia de su público (¿Para qué se introduce el personaje de la vecina lunática, si llega un punto en el que desaparece del metraje? Resulta una forma bastante desatinada y gratuita de introducir una sospechosa. ¿Quién se lleva el feto de Gloria, si ésta, que supuestamente es quien lo coge, permanece todo el rato con Ana? ¿Cómo mata la protagonista a la paciente que va a abortar a la casa, si acaba de salir de la misma ante nuestras narices, y vemos como vuelve después de que el crimen haya sido cometido? ¿Porqué Gloria y Ana ocultan el cadáver en el desván? ¿Piensan deshacerse de él sin decírselo a nadie? ¿Y cómo acaba la primera con la segunda, si vemos claramente que tras el armario al que ésta se sube hay una pared? ¿Dónde se oculta con el cuchillo?). Como se puede observar, demasiadas preguntas sin respuesta para un filme que apenas llega a los setenta minutos. Por no hablar de su mensaje, claramente antiabortista (Ana es el personaje oscuro, además es lesbiana, y acaba llevándose su merecido), y de su supuesto final sorpresa, decididamente tramposo (¿Qué pretenden las escenas del charco de fluido viscoso en la escalera que se encuentra Gloria, del juguete que tropieza en el pie de ésta y del plano subjetivo a ras de suelo del supuesto feto que baja por las escaleras para cometer un asesinato, sino engañar al espectador de manera, digamos, fraudulenta?) y enormemente predecible, aunque solo sea por el a todas luces desacertado título de la película.

(4/2)

CARÁTULAS Y POSTERS

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