EN LA OSCURIDAD (Jonathan Liebesman) / 2003: Chaney Kley, Emma Caulfield, Lee Cormie, Grant Piro, Sullivan Stapleton, Steve Mouzakis, Peter Curtin, Kestie Morassi, Jenny Lovell, Joshua Anderson, Emily Browning.

   Matilda Dixon era una anciana que a mediados del siglo XIX repartía dulces y caramelos entre los niños de Darkness Falls (el título original de la película y el nombre del pueblo en el que se desarrolla la acción. Por cierto, ¿Quién puede vivir en un lugar que se llama “Caen las tinieblas”?) cuando éstos perdían sus dientes de leche. En el momento en que dos pequeños desaparecen sin dejar rastro, los adultos culpan a Matilda, que es ajusticiada por la turba enfurecida mientras jura venganza sobre sus verdugos y los descendientes de éstos (está claro que el guión no es un prodigio de originalidad, pues la premisa de la que parte la historia recuerda mucho a la de Pesadilla en Elm Street, Wes Craven, 1984). En ese instante nace la leyenda del Hada del diente, según la cual el espíritu de la mujer se lleva, aprovechando la oscuridad de la noche, a los pequeños que osan mirarle directamente a la cara cuando acude en busca del último diente caído. El mito se hace realidad en el momento en el que Kyle Walsh (interpretado en su niñez por Anderson, y ya convertido en un adulto por Kley, actor que falleció en el año 2007 a los 34 años de edad mientras dormía, a causa de la apnea) ve morir a su madre a manos de Matilda Dixon la misma noche que el pequeño pierde el diente de leche que aún le quedaba. Años después, el trauma de Kyle sigue latente en forma de una fobia total a la oscuridad y de una obsesión con el Hada que no se ha apaciguado ni un ápice con el paso del tiempo. La llamada de Caitlin (Caulfield, que interpretara a Anya en Buffy: cazavampiros), un antiguo amor que aún vive en Darkness Falls y que reclama la ayuda del joven debido a la nictofobia que padece su hermano pequeño, hará que nuestro protagonista regrese al lugar del que creyó huir para siempre con el fin de enfrentarse definitivamente a su némesis.

   El debut en la dirección de Liebesman (luego se convertiría en todo un experto en el género fantástico, realizando La matanza de Texas: El origen, 2006; The killing room, 2009; Invasión a la tierra, 2011; o Ira de Titanes, 2012, todas ellas tan correctas como impersonales y olvidables) tendría lugar con este filme, denostado por la crítica e ignorado por el público (la recaudación mundial final, incluido EEUU, fue de algo más de 47 millones de dólares), que parte de una idea bastante interesante (la leyenda de Matilda Dixon, que es narrada en un prólogo eficaz y bien realizado, con esa voz en off que cuenta la trágica historia mientras vemos un montón de antiguas fotografías de niños, supuestas víctimas de la criatura, consumidas por las llamas) y que cuenta con un arranque más que correcto (la muerte de la madre de Kyle ante su aterrorizado hijo, arrastrada por el espíritu oculto en la oscuridad de una de las habitaciones de la casa. Mención aparte merece el final de la escena, que muestra el baño completamente iluminado con el pequeño agazapado y tembloroso en el plato de ducha. Esa claridad contrasta con las tinieblas que inundan el pasillo, lugar desde el que nos es mostrado el plano, en las cuales se oculta el Hada, camuflada en el techo, esperando paciente para cobrarse su segunda presa de la noche. La secuencia sería fusilada sin contemplaciones un par de años después por la inane Boogeyman: La puerta del miedo, Stephen T. Kay, 2005). El resto del metraje se torna un tanto derivativo (el trío protagonista, bien junto o por separado, es perseguido a lo largo y ancho de un bosque, del hospital, de la comisaría, y finalmente, del faro, mientras un montón de secundarios salen en pantalla durante escasos segundos con el único fin de ser eliminados a continuación por la criatura, eso sí, casi siempre en off), pero no llega a aburrir en ningún momento debido a algún set piece afortunado (el ataque a la comisaría, que recuerda bastante al que tenía lugar en Jeepers creepers, Victor Salva, 2001 -aunque éste está mejor rodado-, con la criatura eliminando a todos los agentes de policía mientras el protagonista intenta mantenerse con vida; o toda la parte final en el faro, que culmina con la eliminación definitiva del espíritu de Matilda Dixon -la fantástica criatura fue creada por el genial Stan Winston-) y a un escaso metraje que sin contar títulos de crédito finales supera por poco los setenta minutos.

   Por cierto, la joven que interpreta a Caitlin en su niñez es Emily Browning, que antes sería vista en Ghost ship: Barco fantasma, Steve Beck, 2002, y que saltaría a la fama poco más tarde por sus papeles en Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket, Brad Silverling, 2004; Presencias extrañas, Charles & Thomas Guard, 2009;  o Sucker punch, Zack Snyder, 2009.

(6/1)

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