ENTE, EL (Sydney J. Furie) / 1981: Barbara Hershey, Ron Silver, David Labiosa, George Coe, Margaret Blye, Jacqueline Brookes, Alex Rocco, Michael Aldredge, Richard Brestoff, Raymond Singer, Natasha Ryan, Melanie Gaffin.
A principios de los ochenta, Furie (un director, por otro lado, con una filmografía de lo más mediocre) dirigió con soltura y destreza esta adaptación de la novela homónima de Frank DeFelitta que narraba los ataques, supuestamente verídicos, sufridos por una mujer llamada Carla (interpretada en el film por una Barbara Hershey en estado de gracia, que dota a su personaje de una vulnerabilidad que contrasta con su determinación a la hora de hacer frente a la amenaza que se cierne sobre ella y sus hijos), durante los cuales era maltratada y violada por una presencia invisible. Dichos ataques comenzaron en el año 1976, extendiéndose hasta, al menos, el momento de la realización de la película, y disminuyendo, eso sí, en ímpetu y frecuencia con el avance del tiempo.
El director consigue acongojar al espectador, cogiéndole casi por sorpresa con esa banda sonora desasosegante (obra de Charles Bernstein) que se convierte en un martilleo continuo y enervante cada vez que se produce un nuevo ataque (el primero, tan violento como inesperado, cuando la mujer llega a casa tras una jornada de trabajo y se encuentra a solas en su habitación; el que se produce cuando Carla prepara un pastel a sus hijas, ante los ojos de éstas y de su hijo mayor, Billy -Labiosa, un actor con una escasísima filmografía, siendo éste su papel más destacado-, que intenta, en vano, evitar que una fuerza invisible y vigorosa viole a su madre, siendo sujetado, golpeado y electrocutado por dicha fuerza; o el que tiene lugar ante un incrédulo Jerry -Alex Rocco, recordado por su papel en El misterio de la dama blanca, Frank LaLoggia, 1988-, que entra en la habitación para ver como unas manos intangibles palpan los pechos desnudos de su novia –atención a los sensacionales maquillajes prostéticos de Stan Winston y James Kagel, que crearon una réplica perfecta del torso de la actriz, escondiendo su cuerpo bajo la cama, para imitar mediante mecanismos hidráulicos el movimiento de unos dedos incorpóreos sobre sus senos- mientras su boca es tapada para que no chille), logrando crear en el subconsciente una sensación de indefensión semejante a la que sufre la protagonista , y haciéndonos así partícipes de su sufrimiento, ampliado por determinados pasajes ciertamente terroríficos (el momento en el que la mujer le cuenta al doctor Sneiderman –Silver, un buen actor olvidado y fallecido recientemente- que no solo hay un atacante invisible, alto y enérgico, sino que hay dos más, de talla reducida pero de igual fortaleza, pone los pelos de punta; al igual que ese otro en el que el mismo doctor sale de la casa tras tranquilizar a Carla y ésta susurra: “Sí, pero dentro de esta casa hay algo”).
Por otro lado, la película no deja en muy buen lugar al gremio de los psiquiatras, esbozándolos como personas intolerantes e incapaces de comprender a una paciente con unos problemas que no tienen nada que ver con la demencia, sino con algo tangible que le provoca un daño físico, y que aducen a la, según ellos, enfermiza atracción que siente la mujer por su hijo mayor y a su necesidad de llamar la atención debido a su oscuro pasado y a su difícil relación con los hombres a lo largo de su vida.
En definitiva, un notable entretenimiento, perfecto para pasar un buen (o mal, según se mire) rato.
(7,5/1)
CARÁTULAS Y POSTERS
TRAILER USA 1
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