ISLA DE LOS VIVOS, LA (Larry Cohen) / 1987: Michael Moriarty, Karen Black, Laurene Landon, James Dixon, Gerrit Graham, Macdonald Carey, Neal Israel, Art Lund, Ann Dane, William Watson, C.L. Sussex, Patch Mackenzie, Rick Garia.

   En una decisión digamos que controvertida e insólita, un juez decide que los bebés mutantes sean enviados a una isla desierta para que se desarrollen, sigan creciendo y se reproduzcan alejados del mundanal ruido y de sus deseos de despedazar a todo aquel ser humano que se ponga al alcance de sus garras. Con lo que no contaba el magistrado en cuestión es con que, a partir de ese momento, el islote se iba a convertir en el destino turístico de multitud de ineptos e insensatos (cazadores, científicos, padres lunáticos…) dispuestos a ser masacrados por los pequeños.

   Cuando parecía que la saga de los bebés monstruosos no podía caer más bajo, nos encontramos ante esta segunda secuela, psicotrónica y delirante hasta el exceso, y plagada de momentos que sobrepasan los límites del más absoluto de los ridículos (basten como ejemplos el juicio en el que se decide el destino de los pequeños -ese intento de provocar lástima por los bebés asesinos resulta fallido y patético en lugar de emotivo-; la llegada de los primeros cazadores a la isla, eliminados en cuestión de segundos, sin la más mínima tensión, y con el colofón del ataque al piloto que se da a la fuga en el helicóptero, estallando éste -bueno, su maqueta de radiocontrol- por los aires sin ninguna razón; el exterminio del segundo grupo, formado por los científicos, tan lamentable como el anterior; el capítulo en Cuba, a donde llega nuestro ”héroe” tras ser lanzado por la borda por su hijo; o el final, con los dos protagonistas riéndose como auténticos dementes en el coche, una vez se han fugado con el pequeño); con unos diálogos penosos (todos los que componen el guión lo son, sin excepción); unos FX de rastrillo (las criaturas creadas por Rick Baker -corramos un tupido velo- son unos pegotes de goma sin ninguna expresividad); y unos actores incapaces de sacar partido a unos personajes imposibles (Moriarty -visto en otros filmes de Cohen, como La serpiente voladora, 1982; In Natural, 1985; o Regreso a Salem´s Lot, 1987- resulta odioso en su papel de padre de una de las criaturas, pues parece completamente perturbado, resultando su comportamiento pueril y sus decisiones absurdas; Black, una auténtica leyenda del género, está igualmente ridícula en su rol de ex-esposa del anterior; Dixon es el único que repite de los anteriores capítulos, y desaparece a mitad de metraje sin que sepamos que sucede con él -es abandonado en la isla, pero…-; y Graham, pese a sus excesos, es el único mínimamente salvable).

(2/4)

CARÁTULAS Y POSTERS

TRAILER USA 1

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