LLAMADA PERDIDA (Takashi Miike) / 2003: Kô Shibashaki, Shin´ichi Tsutsumi, Kazue Fukiishi, Anna Nagata, Atsushi Ida, Mariko Tsutsui.

 

   El director de la sádica (e incómoda) Audition, 1999, cedió a la moda del kaidan eiga (o película de fantasmas orientales, por lo general, de largas cabelleras) tan en auge en los albores del nuevo milenio con este filme, dando su propia (y acertada, por aterradora) visión sobre el subgénero.

 

   El argumento no podría ser más sencillo: Varios miembros de un grupo de amigos reciben llamadas en sus teléfonos móviles que provienen de su mismo número. En dicha llamada se escucha su propia voz, seguida, habitualmente, de un grito que anuncia su inmediata muerte. Además, la fecha que queda registrada es de un día futuro, adquiriendo lo oído un tono predictivo. Los chicos no se toman demasiado en serio lo que sucede, pero la defunción de varios de sus amigos, que se produce en el mismo día y a la misma hora que deja grabada la llamada, siendo, además, sus últimas palabras las que se escuchan en la misma, hace que empiecen a temer por sus vidas. Evidentemente, y como suele ser habitual en estos casos, tras los asesinatos se encuentra el fantasma de una niña que falleció víctima de un ataque de asma después de que su madre la dejase morir tras descubrirla quemándole los brazos a su hermana pequeña.

 

   El caso es que el director consigue crear varios momentos totalmente aterradores (las imágenes que se ven en el móvil de Natsumi –Fukiishi- y que muestran, según se aproxima la fecha fatal, al fantasma de la niña acercándose más y más a su víctima; el asesinato de ésta en el plató de televisión, en el que hay decenas de personas y toda una audiencia que sigue lo que pasa en directo desde sus casas –la aparición del fantasma tras la pared pone los pelos de punta, al igual que el crimen, en el que el cuerpo de la chica es retorcido de forma grotesca hasta cortarle la cabeza-, suponiendo, además, una velada crítica a los reality shows que se intentan aprovechar de las desgracias ajenas para ganar audiencias; el flashback en el que observamos que Yumi -Shibasaki-, la protagonista, también era maltratada por su madre, y descubrimos a qué se debe su fobia a las mirillas, pues su progenitora le obliga a mirar por una de ellas, a través de la cual observa a su abuela ahorcada en la habitación contigua, en otra secuencia espeluznante; la aparición del fantasma en la alacena del apartamento; o todo el set piece final, en el hospital abandonado al que acude Yumi en busca de respuestas, que conforma un auténtico maremagnum de terrores inabarcables –el tétrico decorado; el teléfono de Yamashita, el hermano de una de las víctimas que acude en ayuda de la joven, que suena insistentemente en varios lugares; el hallazgo del aparato por parte de la chica, cubierto de pelo y sangre; el súbito apagón de las luces, que sume el lugar en la oscuridad; el fantasma que camina hacia Yumi por el techo con los brazos extendidos; la pálida mano que se apoya sobre el hombro de la joven, dislocando uno de sus dedos; los planos sucesivos de las puertas entreabiertas en la que aparecen unos brazos que depositan unos botes con fetos, dejando, finalmente, uno en el regazo de Yumi, que grita aterrorizada; el sonido característico del móvil, que anuncia que ha llegado la hora de la protagonista; el hallazgo del cadáver descompuesto que sujeta el celular con el que se hacen las llamadas a las víctimas; el cuerpo, que recuerda en grado sumo a los zombis de Fulci, cobrando vida y levantándose para perseguir a la chica-), sirviéndose de lo habitual en este tipo de películas (es decir, la intención de causar pánico intentando llegar a nuestros miedos primigenios, atávicos –aquellos provocados por un ruido anormal, por la soledad, por una sombra, por ese silencio tan tenso y pesado que ahoga, por algo que creemos ver en un lugar recóndito y lóbrego, donde normalmente no debería de haber nadie, por la densa oscuridad en la que se esconden y respiran nuestros fantasmas, dejando caer su hálito helado en nuestras nucas y erizando nuestro vello-, sirviéndose, para ello, de una banda sonora -obra de Kôji Endô- cuya sencillez es directamente proporcional al pavor que infunde –atención a la simple y característica melodía que preludia la llamada mortal-, sugiriendo apariciones fantasmales de lacias y extensas melenas con rostros invisibles que ocultan terrores infinitos, y utilizando una fotografía –a cargo de Hideo Yamamoto, que ya demostró sus habilidades en The ring 2, Hideo Nakata, 1998, o El grito, Takashi Shimizu, 2004- que resalta cada una de las visiones espectrales, haciéndolas, si cabe, aún más terribles) y dejando de lado el gore o el susto fácil.

 

   Una película que dignifica un subgénero aterrador (pese a la ya excesiva saturación), convirtiéndose en uno de sus más notables exponentes, pese a su confuso final.

 

(7/2)

CARÁTULAS Y POSTERS

TRAILER JAPÓN

(v.o.s.i.)

TRAILER ESPAÑA

COMENTARIOS

Escribir comentario

Comentarios: 0

PELÍCULAS EN LA WEB

Ciencia Ficción:        33

Terror:                  394

Fantasía:                 10

TOTAL:                     437

CARÁTULAS Y

POSTERS:            19880

PODCASTS:

 

Los jinetes del apodcastlipsis.

 

Enlaces a todos los programas del podcast en el que hablamos de cine, literatura, series, videojuegos o música, siempre relacionados con el cine de terror.