MOTHMAN: LA ÚLTIMA PROFECÍA (Mark Pellington) / 2002: Richard Gere, Laura Linney, Will Patton, Debra Messing, Tom Stoviak, David Eigenberg, Lucinda Jenney, Yvonne Erickson, Tom Tully.

   En el mes de noviembre de 1966, en un pequeño pueblo de Virginia Occidental llamado Point Pleasant, una extraña criatura alada, con los ojos rojos y brillantes, fue avistada por diversas personas, a distintas horas y a lo largo de diferentes días cerca del sector conocido como Área TNT (los testigos están identificados y sus historias se pueden leer en varias páginas web), una zona utilizada durante la Segunda Guerra Mundial como depósito militar de explosivos. La situación es aún más llamativa (y aterradora) si tenemos en cuenta que las apariciones precedieron a una gran tragedia que se cobró la vida de decenas de personas del pueblo, y que la criatura volvió a ser vista en Chernobyl poco antes del accidente nuclear y hace poco en México días antes de que se desatara una epidemia de gripe A que acabó con la vida de varias personas.

   Viene la historia anterior a cuento debido a que la película tratada analiza lo acaecido en Point Pleasant, en un tono de thriller de terror claustrofóbico, algo fallido y decepcionante. Todo comienza cuando John Klein (Gere, completamente perdido en un género y en un rol que no le van en absoluto) pierde a Mary (Messing, en un papel fugaz), su mujer, tras sufrir un accidente de coche. En el hospital ella asegura haber visto al ser mencionado, antes de que se le detecte un tumor cerebral que acaba con su vida. Después Klein irá a parar, sin saber cómo, al dichoso pueblo, donde conocerá a Connie Mills (Linney, más acertada que Gere), la sheriff del pueblo y futuro (y obvio) interés sentimental del protagonista, y a Gordon Smallwood (correcto Patton), un vecino que asegura que nuestro protagonista ha estado llamando a su puerta las dos madrugadas anteriores. Pronto, las apariciones del ser se repetirán entre los lugareños hasta que se desencadene la tragedia: el hundimiento del puente que conduce a la villa, en ese momento repleto de gente que volvía de comprar los regalos de Navidad.

   El filme comienza de manera correcta, con una adecuada utilización del sonido y de la banda sonora, agobiantes y angustiosos, unido a una fotografía oscura y a unos flashes epatantes en los que se avista al ser de manera fugaz. Todo ello da lugar a una primera media hora notable, con algún momento aterrador. El problema comienza cuando los factores mencionados comienzan a repetirse sin ton ni son (los flashes, por ejemplo, acaban resultando sumamente cansinos), y la película parece no avanzar hacia ningún lado, haciendo que sus 119 minutos de duración se hagan interminables. La sensación de cansancio solo desaparecerá en la escena del motel, donde el teléfono suena incansable pese a que no haya línea (luego oiremos la voz del humanoide, adivinando  los objetos que Klein esconde en su mano, en una escena bastante aterradora), y en la visualización del derrumbamiento del puente, efectivo y logrado.

(4,5/0)

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