MUÑECO DIABÓLICO 3 ( Jack Bender) / 1991: Justin Whalin, Perrey Reeves, Jeremy Sylvers, Travis Fine, Dean Jacobson, Brad Douriff, Peter Haskell, Dakin Matthews, Andrew Robinson, Burke Byrnes, Matthew Walker, Donna Eskra.

   La serie del muñeco poseído por el espíritu del asesino Charles Lee Ray alcanzó su punto más bajo en esta entrega, que sigue las andanzas de un crecidito Andy Barclay (un Whalin –Dragones y mazmorras, Courtney Solomon, 2000- mediocre que hace aún más inolvidable a Alex Vincent en las dos primeras películas de la serie) alistado en una escuela militar. Hasta allí le seguirá Chucky (que antes visitará al señor Sullivan –Haskell-, el jefe sin escrúpulos de la compañía Good guy, visto en la segunda entrega, y que será eliminado en el asesinato mejor rodado de todo el filme, único en el que se logra cierta atmósfera), revivido después de que la sangre de sus restos (recordemos que fue fundido en la fábrica de los Good guys al final de la segunda entrega), transportados con una grúa, caiga en una cuba de plástico líquido con el que se fabrican los juguetes, añadiendo más víctimas a su ya amplia lista (desde un operario que recoge la basura en su camión, hasta un peluquero insoportable y obsesionado con el pelo corto, que pagará cara su intención de rapar al muñeco, pasando por uno de los mandos, que fallecerá de un infarto al encontrarse con Chucky), y encontrando un nuevo objetivo al que transmutar su alma, un joven cadete llamado Tyler (insoportable Sylvers) al que Andy tratará de proteger, mientras intenta mantener una relación con otra alumna de la escuela, De Silva (Reeves), y mantiene una “fuerte” pugna con el Teniente Shelton (Fine), que acabará pagando con creces su exceso de chulería.

   Quizá la única idea reseñable del guión surge en el momento en el que Chucky decide cambiar la munición de fogueo de la falsa batalla entre los chicos de la academia por otra real (percibiéndose un atisbo de crítica hacia el estamento militar tan superficial que resulta imperceptible), aunque la idea no está en absoluto desarrollada, sirviendo tan solo como excusa para eliminar al personaje de Shelton.

   Atención a los títulos de crédito, de una simpleza absoluta (vemos la cara de Chucky fundiéndose, pasándose marcha atrás, con lo que se crea la sensación de que el rostro se forma en vez de deshacerse), pero que resultan ser lo más efectivo de todo el filme.

(3,5/3)  

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