OJOS DEL MAL, LOS (Gregory Dark) / 2006: Glen Jacobs, Christina Vidal, Michael J. Pagan, Samantha Noble, Steven Vidler, Cecily Polson, Luke Pegler, Rachael Taylor, Penny McNamee, Craig Horner, Mikhael Wilder, Tiffany Lamb.

   Un grupo de chicos y chicas, reclusos para más señas, son enviados a un hotel en ruinas para adecentarlo a cambio de reducir sus condenas. Les acompañan un policía y una supervisora, encargados de decidir si merecen la recompensa en cuestión. Pronto aparecerá un asesino decidido a acabar con ellos de las formas más expeditivas posibles.

   Si alguien a quien le guste el slasher, por muy fanático que sea, no es capaz de reconocer varias incongruencias en el argumento del primer párrafo, entonces su fe en el subgénero es mucho mayor que la mía (y la mía es considerable). ¿A nadie le chirría que varios reos/as sean enviados a un hotel tamaño XXL para someterlo a un lavado de cara, con la única compañía de un agente de policía manco y una tutora? ¿Si la anciana Margaret (Polson) no es la dueña del edificio, cómo se ha puesto en contacto con la policía para que le envíen un grupo de chicos a ser convenientemente escabechados, con la excusa de que le dejen el establecimiento como los chorros del oro? ¿La prisión organiza un plan de reinserción sacando a varios reclusos de la misma a petición de la citada señora sin contrastar quién es? El caso es que podríamos obviar todo lo anterior si el señor Dark, cuyo curriculum anterior a la cinta se ceñía en exclusiva al mundo del porno, nos diese un producto medianamente consistente. El problema viene cuando observamos que nos encontramos ante el típico producto con montaje sincopado y videoclipero, plagado de zooms in y zooms out; una historia inexistente, con personajes execrables siendo eliminados uno a uno por un psicópata que no da miedo en absoluto (el descomunal tamaño del wrestler Kane queda ensombrecido por su persistente expresión pánfila y bobalicona); y una serie de crímenes carentes de cualquier tipo de tensión (salvo el del agente que es eliminado a hachazos al principio; el de la chica a la que el asesino deja caer por una ventana, con un pie atado a una manguera, destrozándose el brazo con el suelo y siendo devorada por unos perros que acuden al olor de la sangre; y el de la otra joven a la que le hace tragarse su teléfono móvil).

   Lo único salvable es la salvaje muerte del psicópata, al que le clavan una barra de hierro en un ojo, precipitándose al vacío mientras se golpea con varias cornisas y cayendo sobre una cristalera, quedando colgado por la susodicha barra de una viga, liberándose finalmente el ojo y desplomándose para quedar empalado en las varas metálicas del hormigón del suelo.

(3/5)

CARÁTULAS Y POSTERS

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