SEXY KILLERS (Kate Robbins) / 2006: Brian Lloyd, Sarah McGuire, Nicole Rayburn, William Edwards Jr., Kevin Thomas Fee, Deanna Brooks, Serria Tawan, Scott Aaronson, Brianna Berman, Barry Ratcliffe, Gerald Brodin.

   Un virus de origen extraterrestre contagia a las (impresionantes) enfermeras de un hospital, al que también llegan los miembros de un equipo de baloncesto tras sufrir las iras de sus adversarios en el último partido que han disputado. Mientras, los pacientes y el resto del personal masculino de la clínica comienzan a ser eliminados y utilizados como huéspedes en los que los fetos de los invasores puedan desarrollarse (¿Quién puede culpar a los alienígenas de ocupar tan solo los cuerpos de las tremendas enfermeras, obviando al personal masculino, bastante más mundano, que puebla el edificio, y que es escogido como mero anfitrión?). Cuando nuestros protagonistas descubren la verdadera naturaleza de las serviciales practicantes, intentarán buscar una salida del hospital, cerrado ante la posibilidad de que el contagio se extienda.

   Nos encontramos ante otra de esas series Z pobladas de actores completamente desconocidos (de su reparto tan solo destacan las rotundas Deanna Brooks y Serria Tawan, y no precisamente por sus habilidades actorales. Ambas fueron Playmates de la revista Playboy, la primera en mayo de 1998 y la segunda en noviembre de 2002. Afortunadamente para el público masculino, las dos lucen sus esculturales cuerpos, aunque no tanto como sería menester), con una historia que coge de aquí y de allá (las influencias de The faculty, Robert Rodriguez, 1998; de Slither: La plaga, James Gunn, 2006, y de la madre de todas ellas, La invasión de los ladrones de cuerpos, Don Siegel, 1956, son evidentes, aunque a ninguna de ellas le llegue a la suela de los zapatos) y que hace agua por todas partes (una cosa es la nula profundidad, afín a cualquier producto de éstas características, otra es la absoluta falta de coherencia). Es difícil encontrar algún aspecto positivo (quizá algún momento puntual gore, como la muerte de un trabajador que es seducido por una de las chicas, para a continuación perder, literalmente, el corazón por ella, la decapitación de Brian -Fee- o el feroz y sangriento blow job que sufre Joey -Edwards Jr.- de boca de una enfermera que pone excesivo celo en una tarea no demasiado afín a sus obligaciones laborales) entre tanto desvarío, y ni siquiera esos mínimos momentos logran salvar al subproducto que nos ocupa de la mediocridad más absoluta e irredimible.

(2,5/4)