VIERNES 13 (Marcus Nispel) / 2009: Jared Padalecki, Danielle Panabaker, Amanda Righetti, Travis Van Winkle, Aaron Yoo, Derek Mears, Jonathan Sadowski, Julianna Guill, Ben Feldman, Arlen Escarpeta, Ryan Hansen, Willa Ford, Nick Mennell, America Olivo, Kyle Davis, Richard Burgi, Nana Visitor.

 

   En 1980, Pamela Vorhees (Visitor) perece a manos de una monitora del campamento Crystal Lake. Aquella había asesinado previamente a varios compañeros de la joven, a los que culpaba de la supuesta muerte de su hijo, un niño llamado Jason (interpretado en su infancia por Caleb Guss y, ya como adulto, por Mears, un doble de acción con apariciones en filmes de género como El retorno de los malditos, Martin Weisz, 2007; o Hatchet III, BJ McDonnell, 2013), ahogado en la laguna que da nombre al lugar cuando nadie vigilaba. En la actualidad, un grupo de jóvenes se dirigen a una casa de campo en las cercanías de Crystal Lake con el fin de pasar unos días de diversión. Por allí también ronda Clay Miller (Padalecki, visto en La casa de cera, Jaume Collet-Serra, 2005; o Cry wolf, Jeff Wadlow, 2005, pero al que se conoce especialmente por su rol de Sam Winchester en la serie Sobrenatural), un joven que busca a su hermana, desaparecida junto a su novio y varios compañeros en una acampada realizada un mes atrás en las inmediaciones del lago en el que se cometieron los crímenes, ahora abandonado. El rumor de que Jason no murió ahogado, alimentado por los lugareños a lo largo de los años, recobra nuevos bríos cuando una nueva oleada de asesinatos se ceba con los habitantes de los alrededores y con los jóvenes recién llegados. Vorhees, ya convertido en adulto, ha vuelto para vengarse de aquellos que osan perturbar su paz, después de haber sido testigo de la muerte de su madre.

 

   Aún sigo asombrándome cuando entro en determinadas webs sobre cine y leo las opiniones de determinados usuarios que siguen defenestrando o intentando ridiculizar propuestas tan honestas como la que nos ocupa, a la que se le puede acusar de cualquier cosa menos de intentar engañar a nadie. Son los mismos que se burlan y desprecian con ahínco las secuelas de Destino final, James Wong, 2000; Resident evil, Paul W. S. Anderson, 2002; o Saw, James Wan, 2004, aludiendo a una supuesta falta de originalidad y coherencia común a todas ellas, usando una y otra vez los mismos argumentos, que se repiten de forma cansina, absurda y necia, adjetivos éstos que también se pueden aplicar a esas personas que se empeñan en ver más y más entregas de una misma serie para luego dárselas de cinéfilos sometiéndolas a escarnio público. ¿Que Viernes 13 versión 2009 es un body count de teenagers descerebrados dispuestos a ser masacrados por el enmascarado de turno? Brillante conclusión, si tenemos en cuenta que nos hallamos ante el remake de una película estrenada hace más de treinta años que contó con diez secuelas oficiales y un crossover con otra saga igualmente vilipendiada por los mismos (me refiero, claro, a Pesadilla en Elm Street, Wes Craven, 1984), de nombre, como sabrán los fans, Freddy contra Jason, Ronny Yu, 2003 (curiosamente, ésta y la película analizada comparten guionistas: Damian Shannon y Mark Swift). Más brillante aún si sabemos (como sabe el 99% de la gente que haya visto un mínimo de cine) que dicha serie ha repetido el mismo esquema a lo largo y ancho de todos sus capítulos (con la excepción de dos o tres cambios de escenario poco significativos). Es decir, el tan cacareado argumento de la falta de originalidad solo es válido si eres extraterrestre o has vivido en el Amazonas los últimos treinta y cinco años. Pero lo más llamativo es que gran parte de los nicks se repiten en muchas de las películas que componen las sagas mencionadas, dejando entrever un sadomasoquismo enfermizo o, peor aún, una hipocresía sin límites (yo apuesto más bien por esto último, pues pienso que realmente disfrutan con el visionado) que permite mantener una pose intelectualoide, autocomplaciente y llena de pretenciosidad ante el resto de usuarios.

 

   Y sí, ahora ya puedo decir alto y claro que disfruté de la película de Nispel (autor de otro remake para Platinum Dunes, la productora de Michael Bay: La notable La matanza de Texas 2004, 2003). Lo hice cuando la vi en el cine (un placer contemplar a Jason en la pantalla grande, algo que solo había podido disfrutar antes con la muy psicotrónica Jason X, James Isaac, 2001, y la mencionada y mediocre Freddy contra Jason) y repetí la experiencia al revisionarla para realizar su reseña. En mi opinión nos encontramos ante la mejor película sobre el asesino de la máscara de hockey, resultando incluso superior a la original de Sean S. Cunningham. Esa visión de las montañas de Paramount Pictures, teñidas de rojo sangre mientras oímos el peculiar susurro que acompañara las acechanzas de Jason en la saga primitiva, sirve de acicate para los fans más entusiastas. A continuación, el prólogo, mostrado en tonos oscuros que asemejan la imagen al blanco y negro, y en el que somos testigos del enfrentamiento entre Pamela Vorhees y la última superviviente del campamento. Ésta consigue acabar con la asesina y huye mientras observamos como Jason, que ha presenciado la escena, se acerca al cadáver decapitado de su madre y recoge su colgante y el machete que acabó con su vida mientras escucha la voz de la mujer clamando venganza.

 

   Asistimos entonces a un suceso curioso, pues presenciamos un segundo prólogo, mucho más largo que el primero, que se desarrolla en la actualidad y en el que se nos presenta a cinco personajes a los que en principio tomamos como protagonistas de la historia, aunque pronto descubriremos que esto no es ni mucho menos cierto. De hecho, cuatro de ellos serán aniquilados en cuestión de minutos, mientras que el destino del quinto será una incógnita para el espectador hasta bien avanzada la trama. La cuestión es que el grupo acude al clausurado campamento con la intención de hacerse con una plantación de marihuana y comerciar con ella, al menos esos son los planes de Wade (Sadowski) y Richie (Feldman). Mientras éste último se queda en la tienda de campaña junto a Amanda (Olivo), su novia, el primero se dedica a buscar las plantas. El hallazgo de éstas coincide con el encuentro con Jason (con la cabeza enfundada en un saco, igual que el asesino en la segunda entrega de la saga original, que a su vez homenajeaba al de Terror al anochecer, Charles B. Pierce, 1976), de fatales consecuencias para el chico (su asesinato será uno de los pocos que no es mostrado gráficamente en pantalla). En el campamento, Richie y Amanda hacen el amor. Un ruido en el exterior hace que el joven, obligado por su pareja, salga al exterior. La búsqueda lo aleja un tanto de las tiendas, encontrando también la plantación, y cerca, el cadáver de su amigo. Aterrorizado, echa a correr en dirección al lugar de acampada, donde se encuentra un espectáculo aterrador: La tienda en la que dejó a su chica se halla colgada de un árbol sobre una hoguera, con ella en su interior sacudiéndose frenéticamente para evitar abrasarse. Richie corre hacia el lugar, pero una de sus piernas es destrozada por un cepo para osos. La lona, mientras, es alcanzada por el fuego, y el cuerpo de la chica, ya sin vida, cae abrasado al suelo.

 

   La otra pareja del grupo, ausente desde hace un buen rato, llega a las cabañas del personal del campamento, adentrándose en una de ellas. En el interior, Whitney (Rhigetti) encuentra el colgante de Pamela Vorhees, mientras que Mike (Mennell) halla la habitación del hijo de aquella. Un improvisado altar rodea un hueco en la pared. El joven ve algo en el interior y decide meter una mano para extraerlo, encontrándose la desagradable sorpresa de que se trata de una cabeza de mujer embalsamada (en claro homenaje a la citada Viernes 13 2ª parte, Steve Miner, 1981), la cual deja caer al suelo, aterrorizado. La puerta de la barraca se cierra de golpe y el chico se agacha para mirar por debajo. Un machete surge del suelo, estando a punto de atravesarle. Whitney grita y el arma vuelve a aparecer, perforando un pie de su pareja. Los lamentos de Mike dan al asesino una idea perfecta de su ubicación, lo que hace que los siguientes machetazos también hagan blanco, ora ensartando una pierna, ora una mano. Los gritos de los jóvenes son ahogados por el sonoro estruendo que hacen las tablas al romperse cuando Jason irrumpe desde el piso inferior, llevándose consigo al chico, que antes de desaparecer suplica a Whitney que huya. Ésta obedece y escapa a la carrera de la choza. Nada más cruzar el umbral, una trampilla se abre a su paso y el hombre sale tras ella, en un plano notable en el que además descubrimos que este Jason es capaz de correr. La huida la lleva hasta el campamento, donde encuentra a un Richie malherido, al que intenta liberar del cepo que aprisiona su pierna. El joven mira al frente y ve llegar a Jason a paso ligero y machete en ristre. El arma es descargada de forma brutal sobre su cráneo, atravesado hasta la altura de la nuca. Jason libera el filo dando una patada a la testa. Entonces, se gira raudo y veloz y echa a correr en dirección a Whitney (el plano subjetivo es mostrado desde la posición de la joven), blandiendo el machete y volviendo a descargarlo. Hete aquí uno de los errores de la cinta, pues luego descubriremos que la muchacha sigue viva pese a que el arma parece alcanzarla de lleno, aunque el pertinente fundido a negro impide asegurarlo con certeza. Ahora sí, tras la presentación del Jason más letal visto en pantalla, el título del filme se superpone y da paso a la historia.

 

   Los prólogos descritos no son lo único interesante del filme, que contiene momentos notables como la visita de Clay a una anciana adusta y malencarada que vive en las inmediaciones de Crystal Lake, en una vieja casa que parece sacada de La matanza de Texas, Tobe Hooper, 1974, a la que le muestra la foto de su hermana desaparecida, obteniendo por única respuesta un cortante: “Está muerta”; el hallazgo de la icónica máscara de hockey por parte de Jason; o la visita de Clay y Jenna (la guapísima Panabaker, vista en The crazies, Breck Eisner, 2010) a las chozas abandonadas, donde se encuentran a un Vorhees que porta a cuestas a una de sus víctimas, viéndose obligados a ocultarse bajo un porche cuando el asesino halla una de sus mochilas, iniciando la búsqueda infructuosa de los intrusos tras encender los reflectores que iluminan el campamento. En el debe, algo común a los Viernes 13 anteriores y a la mayoría de slashers: La fragilidad y el nulo interés de unos personajes planos y unidimensionales que parecen existir con el único fin de ser aniquilados por Jason. Al menos, el protagonista principal tiene ciertas motivaciones (la búsqueda de su hermana desaparecida) y está interpretado con convicción por un Padalecki que logra dotar de cierto trasfondo y personalidad a Clay. Ni siquiera Jenna o Trent (Van Winkle), su novio, pasan de ser meras comparsas (aunque el último llega a resultar odioso en su papel de snob, sobre todo en un par de enfrentamientos dialécticos que mantiene con Miller), no digamos ya el resto del cast.

 

    En lo que sí destaca la película, faltaría más, es en la visualización de los crímenes que en ella se cometen, bastante más violentos, impactantes y gráficos que cualquiera de los mostrados en los filmes anteriores. El primero en caer será el paleto que poco antes intentara venderle marihuana a Clay (como en la saga original, todo aquel que practica sexo o consume drogas está condenado a sufrir la más horrible de las muertes), y que es sorprendido en el piso superior del granero en el que trabaja mientras se desahoga con un maniquí. Un ruido lo alerta, haciéndole girarse e intentar golpear a su agresor, que detiene el impacto con facilidad, cogiendo al hombre por el cuello. Éste trata de zafarse, pero lo único que consigue es quitarle al asesino el saco que cubre su cabeza, dejando al descubierto un rostro grotesco y horriblemente deformado. Jason descarga su machete describiendo un arco horizontal que desgarra la garganta de la víctima, que cae fulminada de inmediato. Cuando se agacha a recoger su rudimentaria máscara observa un objeto bajo una manta que llama su atención. Al mover la tela, una careta de hockey queda al descubierto. De fondo comienza a sonar el “ki-ki-ki, mo-mo-mo” que Harry Manfredini compusiera para la película de Cunningham y sus secuelas (la abreviatura repetida del “Kill, mom!” que Pamela Vorhees escuchaba en su cabeza con la voz de su hijo, empujándola a cometer sus crímenes), mientras Jason toma el objeto y lo coloca sobre su rostro, caminando hacia el espejo colgado en una de las paredes. La cámara se sitúa tras él, sobre su hombro, y observamos una estampa que los fans de Viernes 13 hemos visto infinidad de veces, pero a la que en esta ocasión Nispel logra dotar de cierta épica, consiguiendo la impresión de que nos hallamos ante un momento mítico al mostrar una imagen que sabemos icónica.

 

   Los siguientes de la lista son Nolan (Hansen) y Chelsea (Ford), que practican esquí acuático en el lago. El chico conduce la motora, mientras que su novia se desliza sobre el agua. Ésta sufre una caída, y el joven gira para recogerla. Cuando se dirige hacia ella, una flecha lanzada desde la orilla atraviesa su cabeza. Chelsea, sin advertir lo sucedido, aguarda la llegada de la embarcación, que en ningún momento aminora la velocidad, y cuando ve que se le echa encima intenta apartarse en vano, siendo su cabeza golpeada con violencia por el casco. La chica nada desorientada hacia el embarcadero de madera, observando al asesino, que camina sobre el mismo, a través de los listones. Jason desaparece y la joven respira aliviada, pero el machete desciende de golpe entre los maderos, atravesando la cabeza de la víctima por la coronilla. El asesino tira de la empuñadura y el cráneo golpea el embarcadero, hasta que el filo sale por completo liberando el cuerpo, que se hunde en las aguas.

 

   Jason se cobra a sus dos siguientes víctimas en la cabaña de herramientas de la casa de Trent. En el interior de la misma Chewie (Yoo) es sorprendido por el asesino, que clava la cabeza del chico con un destornillador. Lawrence (Escarpeta) acude al lugar ante la tardanza de su amigo, hallando el cadáver de éste. Vorhees le ataca, pero logra huir en dirección a la casa. El enmascarado coge un hacha y sale al exterior, lanzándolo con todas sus fuerzas e incrustándolo en la espalda del muchacho, que queda tendido agonizante sobre un montón de leños. Al llegar a su altura, Jason lo coge y lo gira, empujando su espalda contra la pila, haciendo que el hacha atraviese el torso. Ya en la vivienda, el asesino acaba con Bree (Guill), a la que empala en los cuernos de la cabeza de un alce colgada en una habitación (muerte que recuerda sobremanera a la de Linnea Quigley en Noche de paz, noche de muerte, Charles E. Sellier, 1984). Posteriormente, es el agente que acude a la llamada de socorro de los jóvenes el que cae víctima de Jason, siendo sorprendido por éste cuando llama al timbre. Vorhees salta desde el tejado y, cuando el policía se gira, le clava un atizador en un ojo. La cámara pasa del exterior al interior de la casa siguiendo la trayectoria del arma, que cruza el cráneo y la puerta, mientras en el recibidor observamos la reacción de los protagonistas, agazapados contra la pared. Trent logra huir a través del bosque, llegando a una carretera en la que consigue detener una furgoneta. Inseguro, avanza lentamente hacia el vehículo, pero Jason aparece de golpe para atravesarlo con su machete, cogiéndolo luego y ensartándolo en los hierros de la parte trasera del automóvil. Finalmente, Jenna muere mientas huye junto a Clay y Whitney, la hermana del primero ya liberada, a través de la galería de pasillos subterráneos que horadan el subsuelo del campamento y por los que el asesino se desplaza para sorprender a sus víctimas.

 

   El enfrentamiento final entre los dos supervivientes y Jason se produce en el mismo cobertizo en el que éste encontrase su máscara. A él llegan los hermanos en su huída. Whitney se esconde, mientras que Clay se enfrenta a Vorhees, comenzando una pelea en la que el joven se lleva la peor parte, más aún cuando se adversario intenta meterlo en una trituradora de madera. La chica sale de su escondite con el colgante de Pamela, haciéndose pasar por ella. La maniobra de distracción (igual a la utilizada por Amy Steel al final de Viernes 13 parte 2,) funciona, pues Clay tiene tiempo de enrollar una cadena al cuello del enmascarado, introduciendo el otro extremo en la trituradora, que tensa los eslabones estrangulando al asesino y, posteriormente, destrozando su cabeza. Como no podía ser de otra manera, también tenemos el inevitable susto final, que tiene lugar en el embarcadero, donde los hermanos arrojan el cuerpo de Jason al agua. Éste emerge rompiendo las tablas y llevándose a Whitney.

 

(6,5/5)

PELÍCULAS EN LA WEB

Ciencia Ficción:        33

Terror:                  394

Fantasía:                 10

TOTAL:                     437

CARÁTULAS Y

POSTERS:            19880

PODCASTS:

 

Los jinetes del apodcastlipsis.

 

Enlaces a todos los programas del podcast en el que hablamos de cine, literatura, series, videojuegos o música, siempre relacionados con el cine de terror.